Una nueva investigación puede explicar por qué la evolución engordó a los humanos

Los científicos han comparado muestras de grasa de humanos y otros primates y han descubierto que los cambios en el empaque del ADN afectan la forma en que el cuerpo humano procesa la grasa.

La evolución convirtió a los humanos en el "primate gordo", sugieren los investigadores.

Nuestros cuerpos necesitan grasa para almacenar energía y proteger órganos vitales.

La grasa también ayuda al cuerpo a absorber algunos nutrientes y producir hormonas importantes.

Las grasas dietéticas incluyen grasas saturadas, grasas trans, grasas monoinsaturadas y grasas poliinsaturadas, todas las cuales tienen propiedades diferentes.

Las personas deben tratar de evitar o consumir grasas saturadas y grasas trans con moderación porque aumentan los niveles de colesterol "malo" o lipoproteínas de baja densidad (LDL). Sin embargo, las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas pueden reducir los niveles de colesterol LDL.

Los triglicéridos son el tipo de grasa más común en el cuerpo. Almacenan el exceso de energía de los alimentos que comemos. Durante la digestión, nuestros cuerpos los descomponen y los transfieren a las células a través del torrente sanguíneo. Nuestros cuerpos usan parte de esta grasa como energía y almacenan el resto dentro de las células.

El metabolismo de las grasas es clave para la supervivencia humana y cualquier desequilibrio en el proceso puede provocar obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que casi 18 millones de personas murieron a causa de la afección en 2016.

Cómo los humanos se convirtieron en primates "gordos"

Los hábitos alimenticios modernos y la falta de ejercicio han contribuido a la "epidemia" de obesidad, pero una nueva investigación destaca el papel que jugó la evolución en la formación creciente de grasa corporal humana.

Los científicos descubrieron que los cambios en la forma en que se empaqueta el ADN dentro de las células grasas reducen la capacidad del cuerpo humano para convertir la grasa "mala" en grasa "buena". Los resultados de la investigación aparecen ahora en la revista Biología y evolución del genoma.

"Somos los primates gordos", dice el coautor del estudio Devi Swain-Lenz, asociado postdoctoral en biología en la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte.

Los investigadores, que dirigieron Swain-Lenz y el biólogo Greg Wray de Duke, compararon muestras de grasa de humanos, chimpancés y otros primates utilizando una técnica llamada ATAC-seq. Analiza cómo se empaqueta el ADN de las células grasas en los cuerpos de diferentes especies.

Los hallazgos revelaron que los humanos tienen entre un 14% y un 31% de grasa corporal, mientras que otros primates tienen menos del 9%. Además, las regiones de ADN en los seres humanos están más condensadas, lo que limita la accesibilidad a los genes implicados en el metabolismo de las grasas.

Los investigadores también encontraron que alrededor de 780 regiones de ADN eran más accesibles en chimpancés y macacos en comparación con los humanos. Esto significa que el cuerpo humano tiene una capacidad reducida para transformar la grasa mala en grasa buena.

No toda la grasa es igual

Swain-Lenz explica que la mayor parte de la grasa se compone de "grasa blanca que almacena calorías". Este es el tipo de grasa que se acumula en nuestro vientre y alrededor de nuestra cintura. Otras células grasas, llamadas grasa beige y marrón, ayudan a quemar calorías.

Los resultados de este nuevo estudio revelaron que una de las razones por las que los humanos transportan más grasa es porque las regiones del ADN que deberían ayudar a convertir la grasa blanca en grasa marrón están comprimidas y no permiten que se produzca esta transformación.

"Todavía es posible activar la grasa marrón limitada del cuerpo haciendo cosas como exponer a las personas a temperaturas frías, pero tenemos que esforzarnos", agrega Swain-Lenz.

El equipo cree que los primeros humanos pudieron haber necesitado acumular grasa no solo para proteger los órganos vitales y calentarse, sino también para nutrir sus cerebros en crecimiento. De hecho, el cerebro humano triplicó su tamaño durante la evolución y ahora usa más energía que cualquier otro órgano.

Los científicos han estado trabajando para comprender si promover la capacidad del cuerpo para convertir la grasa blanca en grasa parda podría reducir la obesidad, pero se necesita más investigación.

"Tal vez podamos descubrir un grupo de genes que necesitamos activar o desactivar, pero todavía estamos muy lejos de eso", concluye Swain-Lenz.

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