Cómo tu instinto puede hacerte parecer más inteligente de lo que realmente eres

Todos hemos tenido hambre, o incluso "hambre", en algún momento de nuestras vidas, pero ¿hay una explicación científica para este fenómeno? ¿Y podría haber algún valor oculto en este sentimiento que de otro modo sería irritante? Un nuevo estudio explora y sugiere que nuestro instinto nos ayuda a tomar buenas decisiones y parecer más inteligentes de lo que realmente somos.

Nuestro intestino puede funcionar como una especie de "memoria" que guía nuestra toma de decisiones, muestra una nueva investigación.

Desde los tiempos de Platón, en el mundo occidental se nos ha enseñado a pensar que somos seres racionales, muy superiores a los animales, y que nuestras emociones y apetitos son, para usar la famosa alegoría de Platón, un caballo rebelde que nuestro virtuoso yo- necesita mantenerse bajo control con la ayuda de la razón.

Pero, a medida que el campo de las ciencias cognitivas evoluciona y aprendemos más y más sobre nuestros cuerpos y cerebros, descubrimos que nada podría estar más lejos de la verdad.

La neurociencia muestra que la mayoría de nuestras decisiones son emocionales, no racionales (aunque nuestros esfuerzos por post-racionalizar son bastante ingeniosos, por decir lo mínimo) y nuestros cerebros son propensos a una miríada de sesgos que secuestran nuestras decisiones sin que lo sepamos.

Entonces, si bien nos gustaría aferrarnos a nuestra noble narrativa y engañarnos pensando que somos intelectualmente sofisticados y mucho mejores que nuestros compañeros animales, una nueva investigación aporta más evidencia de lo contrario.

No solo compartimos más con los animales de lo que pensamos, sino que sensaciones tan básicas como el hambre impulsan gran parte de nuestra toma de decisiones, revela el nuevo estudio.

De hecho, la investigación, que fue dirigida por científicos de la Universidad de Exeter en el Reino Unido, explica que nuestro intestino es capaz de "almacenar" recuerdos y que una sensación de hambre puede actuar como una especie de atajo para tomar decisiones que parecen complejos y calculados, pero eso es, de hecho, impulsado por el proverbial "presentimiento".

Los científicos llegaron a esta conclusión utilizando un modelo informático complejo que exploró las posibilidades de supervivencia de un animal en entornos donde la disponibilidad de alimentos fluctúa y donde los depredadores acechan. Sus hallazgos fueron publicados en la revista Actas de la Royal Society B.

"Una forma más económica de tomar decisiones"

El modelo reveló que si los animales basan sus decisiones exclusivamente en sus señales fisiológicas, por ejemplo, una sensación de hambre que indica cuántos recursos energéticos tienen, sus posibilidades de supervivencia son casi tan buenas como las de un animal que utiliza recursos cognitivos para calcular la mejor decisión.

Aunque la idea de la cognición animal puede parecer extraña para algunos, es un hecho bien documentado que es ampliamente aceptado por los investigadores, y el nuevo estudio nos ayuda a obtener una visión más profunda de cómo los animales resuelven problemas.

Imaginemos un ejemplo para comprender mejor las conclusiones del nuevo estudio. Supongamos que un animal (un ciervo) se encuentra en una situación que involucra varios parámetros, como qué alimento está disponible y dónde, y si hay un depredador alrededor. Digamos que el venado quiere comerse algunas nueces pero hay un león escondido en los arbustos junto a las nueces deseadas.

Información como "lo que sucedió la última vez que intenté arrebatarle algunas nueces al lado de este león" sería útil para ayudar al venado a decidir cuál es el mejor curso de acción, pero integrar ese tipo de información sería costoso para un perspectiva evolutiva.

Como dice el coautor del estudio, el profesor John McNamara, de la Escuela de Matemáticas de la Universidad de Bristol, "si cuesta muchos recursos ser tan inteligente, entonces la selección natural habrá encontrado una forma más barata de tomar decisiones".

Y esta forma más barata es tener una forma fisiológica simple de "memoria" que reside en nuestro intestino. "La capacidad de utilizar estados internos como el hambre como memoria habrá reducido la necesidad de desarrollar cerebros grandes", continúa el profesor McNamara.

Sobre estar "hambriento" y confiar en tu instinto

Aquí está el Dr. Andrew Higginson, autor principal del estudio, explicando qué significan los hallazgos y cuáles son sus implicaciones para los humanos.

“Muchos de nosotros a veces nos ponemos 'hambrientos' cuando el hambre nos emociona y cambia nuestro comportamiento. Nuestro modelo explica por qué existe [un] vínculo entre nuestro intestino y nuestras decisiones: el hambre puede actuar como un recuerdo que nos dice que no ha habido mucha comida alrededor, a lo que es importante responder en la naturaleza ".

"La utilidad de tal memoria significa que los animales, incluidos los humanos, pueden parecer estar procesando una gran cantidad de información en el cerebro cuando en realidad solo están siguiendo su instinto".

Dr. Andrew Higginson

Los investigadores también especulan que las emociones pueden tener un papel similar al hambre, ya que los recuerdos también pueden estar "codificados" en ellas, ayudando a los animales a tomar decisiones rápidas e inteligentes, que son muy útiles en la naturaleza.

En otras palabras, la principal conclusión de este estudio parece ser que existe el instinto visceral y que es mejor que los humanos confíen en él. Podría ser una forma simple, rápida y rentable de tomar decisiones que la naturaleza nos regaló a nosotros y a nuestros compañeros animales.

Además, tiene la ventaja de que te hace parecer más inteligente de lo que realmente eres frente a tus compañeros. Si sus colegas le preguntan cómo se le ocurrió esa brillante solución a un problema en el trabajo, no es necesario que les diga que fue con su instinto. Siempre puedes llegar a tu cerebro siempre ingenioso y sacar una útil posracionalización.

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