Cómo las bacterias intestinales pueden ayudar a detectar y abordar la enfermedad hepática

La enfermedad del hígado graso no alcohólico a menudo no presenta síntomas en sus primeras etapas, por lo que puede pasar desapercibida hasta que se vuelva mucho más difícil de tratar o controlar. Pero un compuesto liberado por nuestras bacterias intestinales puede ayudar al diagnóstico temprano, dicen los investigadores.

Los investigadores encuentran un nuevo biomarcador para la enfermedad del hígado graso y sugieren que las bacterias intestinales pueden ser la clave para prevenir esta afección.

En la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD), el exceso de grasa se acumula en el hígado, lo que inhibe su funcionamiento normal.

Algunas personas tienen más riesgo de desarrollar esta afección, y esto incluye a las personas con obesidad, presión arterial alta y diabetes tipo 2.

Sin embargo, es difícil diagnosticar NAFLD en sus primeras etapas, ya que al principio no muestra muchos síntomas reveladores.

Esto podría significar que la afección puede permanecer "oculta" hasta que haya alcanzado una etapa más avanzada y cause daño hepático.

Por esta razón, los investigadores han estado buscando formas de detectar la enfermedad hepática a medida que comienza a desarrollarse, para poder abordarla lo antes posible.

Los especialistas de Gran Bretaña, Italia, España y Francia ahora dicen que puede ser posible detectar NAFLD desde el principio al observar ciertos biomarcadores intestinales.

“Hemos descubierto conexiones interesantes entre la composición de la microbiota intestinal, el hígado graso y el metabolismo de los carbohidratos”, explica el profesor José Manuel Fernández-Real, de la Universidad de Girona en España.

"Esto contribuye", agrega, "a comprender mejor [ing] por qué el 30 por ciento de [las personas] con obesidad masiva no desarrollan un hígado graso a pesar de un aumento dramático de la masa grasa".

Los hallazgos del equipo se han publicado en la revista. Medicina de la naturaleza.

Un nuevo biomarcador para el hígado graso

Los investigadores analizaron los datos médicos relevantes de 100 mujeres que tenían un diagnóstico de obesidad, pero que no tenían diabetes, y que también tenían NAFLD.

Más específicamente, el equipo analizó una serie de muestras recolectadas de los participantes, incluidas muestras de sangre, orina, heces y biopsias de hígado.

Compararon estos datos con conjuntos de datos correspondientes recopilados de individuos sanos, con el fin de identificar cualquier diferencia significativa entre los dos conjuntos.

Un análisis detallado reveló que los niveles elevados de un compuesto llamado ácido fenilacético (PAA), que es liberado por ciertas bacterias intestinales, se relacionaron con la acumulación excesiva de grasa en el hígado y la aparición temprana de NAFLD.

Esto significa que el PAA podría considerarse un biomarcador de NAFLD y, por lo tanto, el diagnóstico de esta afección sería solo un simple análisis de sangre.

"A través de este trabajo, es posible que hayamos descubierto un biomarcador para la enfermedad en sí", señala la líder del estudio, la Dra. Lesley Hoyles, del Imperial College London en el Reino Unido. "En general, demuestra que el microbioma definitivamente está teniendo un efecto en nuestra salud".

Pero los científicos también encontraron que NAFLD se asoció con ciertos cambios en la composición del microbioma intestinal.

¿Un caso de "huevo y gallina?"

Curiosamente, los investigadores vieron que a medida que avanzaba la NAFLD, la cantidad de genes codificados por las bacterias intestinales disminuía gradualmente, lo que sugiere que el microbioma se volvía más pobre y menos diverso en su composición microbiana.

Ya sabemos que la cantidad de genes activos codificados por las bacterias intestinales es aproximadamente 500 veces mayor que la cantidad de genes que se encuentran en el ADN humano, pero cómo esto puede afectar nuestra salud en general y nuestro funcionamiento biológico aún tiene muchos misterios.

Aún así, los científicos creen que un microbioma intestinal menos diverso puede ser un indicador de peor salud: las personas con enfermedades metabólicas, por ejemplo, tienen menos genes activos codificados por bacterias intestinales.

Y ahora, los investigadores involucrados en el estudio actual han observado una asociación similar en el caso de la enfermedad del hígado graso, señalando que un microbioma intestinal menos diverso estaba relacionado con síntomas de problemas metabólicos. Esto incluye la inflamación del hígado y la falta de respuesta a la insulina, la hormona clave para regular los niveles de azúcar en sangre.

Al observar otros estudios con modelos animales, los investigadores encontraron que el aumento de los niveles de PAA en ratones sanos provocaba la acumulación de grasa en el hígado de los roedores.

Además, realizar trasplantes fecales con muestras tomadas de pacientes con NAFLD a ratones cuyos microbiomas intestinales se habían limpiado con antibióticos también condujo a hígados grasos en los roedores.

Toda esta evidencia apunta a un fuerte vínculo entre un microbioma intestinal más pobre con una población bacteriana modificada y el desarrollo de NAFLD. Pero a pesar de esto, no está claro si los cambios en las bacterias intestinales causan la enfermedad o viceversa.

“La literatura científica muestra que el microbioma cambia en una variedad de enfermedades. Pero puede ser un caso de 'huevo y gallina', y no necesariamente causa y efecto ".

Dr. Lesley Hoyles

Métodos de cribado más simples en el horizonte

Aún así, los investigadores involucrados en el estudio actual están entusiasmados con sus hallazgos y las nuevas posibilidades a las que pueden conducir, en términos de procedimientos de diagnóstico.

Como explica el autor principal, el Dr. Marc-Emmanuel Dumas, "El concepto de que podríamos usar señales químicas producidas por nuestras bacterias intestinales para detectar enfermedades es emocionante".

“Abre la posibilidad de que [una] prueba de detección simple en una […] clínica pueda algún día usarse para detectar los primeros signos de la enfermedad”, agrega.

Sin embargo, advierte que "este tipo de pruebas pueden tardar varios años en llegar a la clínica".

El siguiente paso a partir de aquí, explica el autor principal, será perfeccionar nuestra comprensión del PAA y cómo podría usarse como una herramienta de diagnóstico para la enfermedad del hígado graso. También espera que, en el futuro, podamos prevenir el desarrollo de NAFLD al apuntar al microbioma intestinal.

“Ahora necesitamos explorar más este vínculo y ver si compuestos como el PAA pueden usarse para identificar a los pacientes en riesgo e incluso predecir el curso de la enfermedad”, señaló el Dr. Dumas.

"La buena noticia es que al manipular las bacterias intestinales, podemos prevenir la enfermedad del hígado graso y sus complicaciones cardiometabólicas a largo plazo", concluye.

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